Underworld

Siesta 4 días.
Emerjo lentamente y al espejo. Contemplo me contemplo
allí mi templo es. Ojos de y boca de.
Sonrío. Underworld. La ducha me perfuma lentamente y cae la resaca se
disgrega por el resumidero de la ducha como el meo. Fluye.

Noche. Bajo las escaleras por primera vez en el viaje. Los colores, jamás
vi estos colores. Suena Underworld. La gente se construye se destruye
en los mecanizados sonidos agridulces de la música.
El aceite de oliva huele a caramelo, el vodka a
milagros.

Siento un leve masaje en la nuca. Un leve olvido un leve recuerdo.
Familiar.

Una pequeña muchacha blonda holandesa sueca escandinava. Noruega.
Su nombre juega con mi boca de vodka. Ün se llama. Una sonrisa.
Suaves manos livianas de
veloz ardilla.

Ingreso en su camarote sándalo. Una laptop escupe también
Underworld diagonalmente. Pero aquí la luz es caída.
La boca de mi pecho decide
dejar de fumar. Asiento y
entro en un orgasmo profundo, un río largo y frondoso, una
intermitente sensación de hermoso dolor, de
intensa anestesia,
de
piel que cuaja. Y ella
no sé.
Ün.

El aroma del mar me despierta por prima vez. Curioso.
La veo dormitando. Un leve olvido
un leve recuerdo. Sonríe así. Ojos de mi padre y
boca de mi madre. Familiar. Salgo.
Cierro muy suave suavemente la puerta y el sonido del cerrojo es
perfecto. Underworld.
Sonrío. Claro. Sándalo fue el aroma del abanico
de la madre de mi madre. Y subo.

El sol en la cubierta, en la cara, me complace.
Está como siempre, como
nunca,
el mar. Ojos de mi padre y
boca de mi madre. Viento y sol. Brisa y calor.
Bostezan mis manos dentro de los bolsillos. Sonrío Río.
Ahora estoy en viaje.

Al menos.